Las redes sociales están con nosotros desde hace ya mas de dos décadas. Sin embargo, se está brindando poca educación a nuestros jóvenes para hacer un uso responsable de las mismas. No es solo un ¿potencial? problema de la gente joven; la población adulta se enfrentará a un cambio de trabajo, a solicitar una hipoteca o un préstamo en una entidad bancaria, o a pedir una beca para sus hijos… todo esto puede verse afectado por el empleo de las redes sociales.

Y es que no somos conscientes de la cantidad de información que estamos enviando, más allá de una foto que puede resultar inocente, a una red social que a priori no debería de compartir esta información fuera de la plataforma ¿Verdad?

¿Qué publicamos en las redes sociales?

Cuando publicamos en Instagram, Twitter o Facebook, no solo estamos publicando la información que pretendemos compartir, sino que también estamos regalando información relevante, como por ejemplo: días que sueles publicar fotos, hábitos/patrones de vida, ubicaciones frecuentes, ¿Estás trabajando?… incluso información de tus relaciones personales, sentimentales o laborales.

Ya no es solo el meme en el que subes una foto y sales en la casa de tu amigo o amiga… hoy tu jefe puede ver si has subido una foto cerca de la oficina de un competidor.

Es un tema que no tiene fácil solución porque, al fin y al cabo, el humano es un animal social y como tal, busca aceptación por parte de la sociedad. Compartir sus experiencias, sus pensamientos, sus sentimientos en las redes sociales parece ser la forma más rápida de conseguir esta aceptación.

Black Mirror, ¿Distopía o realidad?

Fue en Black mirror, la famosa serie de Netflix, donde se dejó ver una de las visiones en las que las redes sociales cobran un protagonismo realmente peligroso; expone un sistema de votación donde la gente califica tu persona y podría dejarte excluido de la sociedad si no recibes suficientes votos positivos.

Por otro lado, si no eres parte de estas redes sociales, no subes contenido o no compartes tus fotos de Navidad, vacaciones o de tus viajes… parece que no haces nada en tu vida. ¿Qué pasa con las personas que no quieren compartir, o no saben, o no les interesa compartir su vida en las redes sociales?

¿Podría llegar el día en el que una persona humilde, trabajadora, con ingresos demostrables, solvente, pero que no sube ningún tipo de contenido a ninguna red social, se le denegase un préstamo por no tener un mínimo de reputación en redes sociales?

O incluso viajando… en las fronteras. Si el policía/guardia en la frontera no puede verificar tu persona, ya que no tienes presencia en redes sociales… ¿Te dejaría entrar en el país? ¿Como se tratará la ausencia de información?

La información es poder, todo el mundo lo sabe, por tanto, puedo prever ciertos problemas socio/burocráticos con personas ajenas a redes sociales que tendremos que resolver como sociedad.

¿Tendrán que aprender a compartir información sobre su vida en redes sociales para poder viajar? Y si es así… ¿De dónde sacarán la información? ¿Cuál será su fuente oficial de información? Si hicieran consultas a plataformas como Meta, Facebook, Instagram, Twitter, Linkedin etcétera… ¿Cómo podrán verificar que esos datos no han sido alterados por las propias empresas o si has sido hackeado (¿Quién usa Facebook a día de hoy?) y han publicado contenido que no es legítimo?

No es una distopía, es una realidad que está a la vuelta de la esquina.